- Chitosán (crustáceos)
Químicamente se trata de una fibra formada por polisacáridos, que se obtiene a partir de los residuos del marisco. Concretamente, deriva de la quitina, un componente presente en el exoesqueleto de los animales crustáceos.
El chitosan actúa en el estómago: cuando éste entra en contacto con las sustancias líquidas almacenadas dentro de él, se convierte en una especie de gel, expandiéndose y captando parte de la grasas. De esta forma, cuando entra en contacto con el pH del intestino, el chitosan y la grasa se solidifican, por lo que de esta manera
se elimina la grasa vía intestinal, evitando que se almacene en los adipocitos y reduciendo por tanto el aporte calórico que la comida nos aporta.
- Fructooligosacáridos [Orafti® P95]
Los fructooligosacáridos son una fibra soluble, formada por moléculas de glucosa y fructosa, presentes en frutas y vegetales.
El consumo de esta fibra es fundamental a la hora de modificar la composición de la microbiota del colon,
con los siguientes beneficios:
-Se estimula la función inmunológica (por el crecimiento de la flora) y se inhiben las bacterias perjudiciales.
-Se combaten trastornos digestivos, como el exceso de gases o el incorrecto tránsito intestinal.
-Permite la absorción de minerales como el magnesio y el calcio.
- Vitamina C (ácido L-ascórbico)
La vitamina C potencia la acción del Chitosán de absorber su propio peso en grasa y mejora su eficacia.
Por otro lado, se necesita para el crecimiento y reparación de tejidos en todas las partes del cuerpo y tiene acción antioxidante, bloquea parte del daño causado por los radicales libres.
Modo de empleo: Tomar 2 cápsulas media hora antes de la comida y 2 cápsulas media hora antes de la cena, con un gran vaso de agua.
Dosis diaria recomendada: 4 cápsulas